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Literatura épica

Literatura épica

Desde un punto etimológico, la épica es lo relativo al épos, termino de muchos sentidos, uno de los cuales es verso, y en particular verso narrativo: ello da paso al término epopeya, entendido como “una composición de versos narrativos”. Podemos decir que el adjetivo épico se utiliza para designar algo perteneciente o relativo a la epopeya.

Hacia una definición

Por epopeya se entiende generalmente  al poema extenso que canta en estilo elevado las hazañas de un héroe o un hecho grandioso, aunque puede aludir también al conjunto de poemas que forman la tradición épica de un pueblo, o bien al conjunto de hechos gloriosos dignos de ser cantados épicamente. Se puede englobar bajo esta etiqueta textos tan heterogéneos como el Poema de Gilgamesh sumerio, la Ilíada y la Odisea homéricas o los llamados cantares de gestas medievales –largos poemas épicos en lengua vulgar, de los que se poseen una centena de ejemplares conservados en manuscritos de los siglos XII, XIII y XIV–, entre los que se incluyen el Nibelungenlied, La Chanson de Roldand y el Poema del Mio Cid, ejemplos paradigmáticos de la epopeya germánica, francesa e hispánica respectivamente.

Definiciones clásica y modernas

Las definiciones más clásicas han buscado, en principio,  diferenciarla de otros géneros producidos por la cultura griega. Aristóteles marca sus diferencias con la tragedia, entre las diferencias que destaca es la mayor extensión y el metro utilizado (hexámetro dactílico). Por lo demás, señala que los componentes de la poesía épica son los mismos que los de la poesía trágica, salvo el espectáculo y la música. De esta manera no reconoce elementos propios de la epopeya y con ello contribuye a generar una imprecisión terminológica que arrastrará desde entonces el concepto.

La crítica literaria de los siglos XIX y XX buscará definir la epopeya contrastándola con el moderno género de la novela. Se pueden citar a muchos autores pero nos interesa la mirada de Mijaíl Bajtín (1941) que describe a la novela en oposición a la epopeya y señala que esta última se caracteriza por tres rasgos: 1)Tener como objeto el pasado heroico nacional, el “pasado absoluto”, es decir, el mundo de los “comienzos” y las “cimas” de la historia nacional, el de los padres fundadores; 2)tomar como fuente la tradición, la leyenda nacional (y no la experiencia personal y la libre ficción) y 3) situar un universo separado de la contemporaneidad –es decir, de la época del autor y de sus receptores– por una distancia épica absoluta, de modo tal que el universo épico se percibe inmutable, fuera de la esfera de la actividad humana.

El Héroe

Se trata de una poesía centrada en la figura de un héroe, a través de la cual se exaltan las virtudes más apreciadas por una comunidad (fuerza, valentía, voluntad, ingenio, astucia). Un héroe difiere de otros hombres en el grado de sus poderes: en la mayor parte de la poesía heroica, se trata de poderes específicamente humanos, aun cuando son llevados más allá de los límites de lo humano. La poesía heroica nace cuando la atención popular se concentra no en los poderes mágicos de un hombre, sino en sus virtudes específicamente humanas. Incluso en los casos en los que aparecen dioses en la acción, el interés principal del relato está puesto en las hazañas de los hombres.  Es por ello una poesía antropocéntrica en el sentido de que celebra a los hombres mostrando las proezas de las que son capaces. Así, el héroe da dignidad al género humano porque ensancha los límites de la experiencia y encarna el intento de trascender la fragilidad humana en busca de una vida más plena.

La acción característica

Es una poesía de acción, ya que el héroe manifiesta sus virtudes a través de la acción, sobre todo mediante el relato de sus actos. Resulta por tanto una poesía muy narrativa, que crea un mundo imaginario en el que los hombres actúan según principios que se comprenden con facilidad, y genera admiración por su héroe mostrando lo que este hace: busca el honor a través del riesgo. La naturaleza de la narración tiende a ser objetiva, sin intromisiones que persigan la intrusión o los juicios moralizantes. Ello se debe a que en las sociedades primitivas, las audiencias que oían los relatos del aedo (etimológicamente, “cantor”; trovador que reelabora los materiales conocidos y trasmitidos de manera oral de generación en generación) participaban de la recreación de los hechos relatados como si ellos mismos fueran sus espectadores. En la medida en que compartían con el cantor una concepción  general de lo que los hombres deberían ser, podían seguirlo fácilmente en el desarrollo  de la materia narrada.

La edad heróica

Por último, esta poesía remite a una edad heroica, es decir, que los hechos que narra se ubican en un tiempo pasado en el que esa comunidad habría alcanzado su máxima gloria. No se trata de un tiempo definido de modo cronológico, no en todos los pueblos se dan “edades heroicas” claramente definidas. Sin embargo desde el punto de vista literario, las edades heroicas proyectan un modelo que los hombres de cada comunidad intentan alcanzar y es motivo de orgullo y de afirmación de una identidad cultural. Ejemplo de ello son las guerras troyanas, base de los poemas homéricos, el periodo de las grandes migraciones germánicas o las conquistas de Carlomagno.

La raíz histórica

Este enero cumplía una importante función en una sociedad que es su mayoría desconocía la escritura, y las tradiciones orales servían de conexión con el pasado. La epopeya se constituye en un soporte de la memoria colectiva, y por ello quien la trasmitía, el aedo o el juglar medieval, se erigía como el portavoz de la comunidad, en cuanto es el depositario de los relatos que conformaban el patrimonio cultural y la identidad comunitaria.

Epopeyas cultas o eruditas y epopeyas tradicionales

Las primeras cuentan con una transmisión escrita y son producidas por poetas cultos. Estos textos son tentativas tardías de emular un modelo altamente valorizado: así Virgilio compone la epopeya erudita de la Eneida para rivalizar con Homero. Del mismo modo, Camoes escribe tardíamente sus Luisiadas (1572) para dar a su comunidad una epopeya, como la tuvieron los demás pueblos de la Europa occidental.

La territorialización y el imaginario

Una Epopeya puede considerarse como el texto fundador de una cultura, de una comunidad cultural. El campo de emergencia de la epopeya, entendido como el conjunto de  condiciones que han favorecido su aparición es el proceso de territorialización, es decir el proceso que consiste para una comunidad, en ocupar, luego en delimitar y defender un territorio. La epopeya tendría por función concluir sobre el plano de lo imaginario el proceso de territorialización: más que un relato sobre las fundaciones históricas de una cultura, es ella misma fundadora de esta cultura; su intención y destino como texto se confunden con el desarrollo de la comunidad de la epopeya funda en cierto modo simbólicamente.

 

 

Literatura gauchesca

Literatura gauchesca

La literatura gauchesca es un sistema literario que hay que diferenciar, aunque parezca obvio, del gaucho. Durante mucho tiempo la crítica estableció una relación entre el gaucho y la literatura gauchesca que resultó equívoca, por ello debemos hacer una clara distinción de estos dos elementos para encarar un análisis del segundo.

El gaucho

Prescindir de una descripción histórica del gaucho, sin menospreciarlo, significa que nos enfocaremos al campo e la literatura como recomienda Borges: “derivar la literatura gauchesca de su materia, el gaucho, es una confusión de desfigura la notoria verdad”. Borges señala también que  el tipo humano que utiliza esta poesía, sus costumbres y creencias, se ha dado en otras regiones del mundo sin que fuera acompañado de una literatura:

La vida pastoril ha sido típica de muchas regiones de América, desde Montana y Oregón hasta Chile, pero esos territorios, hasta ahora, se han abstenido enérgicamente de redactar  El Martín Fierro. No bastan, pues, el duro pastor y el desierto.

Otro autor que ha señalado esta excepcionalidad literaria ha sido Carlos Alberto Leumann en su libro La literatura gauchesca y la poesía gaucha, en un capítulo de extenso título: “Fuera de la Argentina y del Uruguay nunca hubo nada equivalente a la literatura gauchesca”. En él hace una comparación con la equivalente zona de llanura venezolana:

En Venezuela el campesino vivió a veces libre y rebelde como los gauchos, en grandes llanuras que también suelen llamarse pampas, como a asimismo sirvió admirablemente en las guerras contra la dominación española, y domaba potros salvajes que allá dicen cerreros, y sabía salir parado si el animal se volteaba, y era cantor y en reuniones de fiestas sostenía competencias poéticas de cierto modo parecidas a las payadas de contrapunto. Sin embargo nunca tomó consistencia en Venezuela un tentativa de hacer literatura nacional sobre la base de imitar, sistemáticamente, lenguaje y estilo de los antiguos llaneros.

Entonces las causas de la literatura gauchesca no deben buscarse en los temas que trata y menos en los personajes que utiliza, sino en las concretas operaciones literarias que las produjeron. De modo que hay que abandonar la idea de que estamos frente a espontaneas creaciones del pueblo cantor y preguntarnos quienes redactan estos poemas, por qué y para quiénes, y qué principios los animaban.

Los Autores

Los autores de la literatura gauchesca no fueron, la inmensa mayoría de los casos, gauchos, sino hombres de ciudad con niveles educativos variados aunque nunca confundibles con los de los gauchos de las pampas. Vivieron en pueblos y ciudades del Río de la Plata desde la Revolución de la Independencia (1810) hasta entrado el siglo XX y escribieron su obra poética en íntimo compromiso con los sucesos históricos de su tiempo. Los gauchescos son escritores cultos y letrados como los llamados “cultos”, aunque muchos pertenecieron a un estrato localista de la cultura y actuaron en sus circuitos de comunicación, a veces rudimentarios.

Se Hace un diferencia entre los gauchescos y los autores cultos que gozaban de una ubicación superior en la escena literaria de la época aunque un siglo después se haya invertido esa valoración. Los gauchescos ocupan un estrato bajo en la producción literaria por el hecho de comunicarse con un público prácticamente analfabeto, ajeno a los circuitos de las artes y de las letras, utilizando su formas expresivas y tratando de sus problemas.

El Público

Uno de los logros fundamentales de los gauchescos, fue el de encontrar un público, que les permitió regir su estética y su poética, transformándolos en un gran movimiento. Ellos eligieron dirigirse a un determinado público, adecuando a esta opción los distintos aspectos del mensaje literario.

En la poesía de Hidalgo por ejemplo, el emisor, el contexto o referente sobre el que se cuenta y canta y el destinatario del producto, son visiblemente el mismo gaucho. Por otra parte José Hernández en el prólogo a La vuelta de Martín Fierro (1879) aspiró a que la lectura de su poesía por los gauchos “no sea sino una continuidad natural de su existencia”. En otras palabras, que ni siquiera ellos percibieran que estaban leyendo sino que creyeran que seguían viviendo sus vidas.

Un libro destinado a despertar la inteligencia y el amor a la lectura en una población casi primitiva, a servir de provechoso recreo, después de las fatigosas tareas, a millares de personas que jamás han leído, debe ajustarse estrictamente a los usos y costumbres de esos mismos lectores, rendir sus ideas e interpretar sus sentimientos en su mismo lenguaje, en sus frases más usuales, en su forma general, aunque sea incorrecta; con sus imágenes de mayor relieve, y con sus giros más característico, a fin de que el libro se identifique con ellos de una manera tan estrecha e íntima, que su lectura no sea sino una continuación natural de su existencia.

José Herández

Se debe tener en cuenta como punto de partida que el público era distinto de los autores, estos mostraban mayor (Hidalgo) o menor (Del Campo) grado de aproximación, pero sustancialmente fue siempre distinto de ellos. Procedía de un estrato social que no era el de los escritores, estos se encontraban por encima de él. Podía estar integrado por gauchos en armas por los ejércitos de la independencia o por gauchos sin armas que comenzaban a merodear los suburbios capitalinos; por montoneras de las facciones que se enfrentaron durante las guerras civiles o simplemente por los rurales que fueron derrotados por el proyecto económico liberal, repartidos por el campo, por los pueblos, por los suburbios.

Ese público no existía previamente como tal, puesto que antes de la gauchesca no era sino masa ajena al consumo literario. Los escritores que a él se dirigieron hicieron  más bien una invención, una creación donde antes no había nada.

Como la literatura gauchesca se desarrolla a lo largo de un tiempo más que centenario, en el cual se suceden distintos cambios sociales, no se puede hablar de un público homogéneo, invariable a través de los años. El escritor será un hombre que produce objetos intelectuales para el consumo de un grupo diferente, a cuyos gustos, expresiones e ideas, deberá adecuar el producto literario, tal como apuntaba Hernández.

Bibliografía

Rama, Angel. (1982). Los gauchoipolíticos rioplatences. Centro Editor de America latina, Buenos Aires

 

Edgard Allan Poe

Edgard Allan Poe

Nació en Boston, Baltimore, 19 de enero (de 1809- 7 de octubre de 1840) fue un  escritor, poeta, crítico y periodista. Reconocido como uno de los creadores del relato corto o cuento como hoy lo conocemos. Perteneció a lo que se denominó el periodo romántico pero también contribuyó a la estética de la novela gótica con sus relatos de terror.  Por otro lado también fue el que delineo la fórmula del relato detectivesco, inclusive incursionó en la ciencia ficción.

 

Hijo de actores de los que quedó huérfano a los 2 años. Fue adoptado por la familia de John Allan, un rico comerciante. Se trasladó con su familia a Inglaterra donde vivió cinco años, allí inició sus estudios  que continuará más tarde, solo durante un curso en la Universidad de Virginia. En 1827, enemistado con su padre adoptivo se instala en Boston donde publicó su primer libro, Tamerlán y otros poemas. Fue expulsado del ejercito y se instaló en Baltimore, donde comenzó a escribir narraciones y a publicar en la prensa artículos de crítica literaria alcanzando gran notoriedad. Las penurias económicas, la enfermedad de su esposa, sus conflictos emocionales y su adicción al alcohol hicieron que su vida sea una existencia desgraciada.En 1838 publicó La narración de Arthur Gordón Pym y dos años después el volumen de sus cuentos en los que ya se nota su gran imaginación, así como la inteligencia en la trama de los cuentos policiales y de misterio. En 1844 se traslada a Nueva York y compone su más famoso poema, El cuervo. La muerte de su esposa , en 1849 lo afectó profundamente. El  3 de octubre de 1949 fue hallado inconsciente en la puerta de una taberna de Baltimore, cuatro días más tarde Falleció.

La obra de Poe fue muy difundida en Europa y en esto tuvo algo que ver las traducciones  que de ella hizo Baudelaire; sus concepciones poéticas han influido en muchas de las tendencias contemporaneas de manera significativa.

Recuerdos felices de la infancia

«Mis primeros recuerdos escolares se relacionan con una enorme casa isabelina de complicada estructura, en un pueblo inglés de aspecto brumoso donde abundaban los árboles gigantescos y donde las casas eran todas muy antiguas. Aquel viejo y venerable pueblo era verdaderamente un lugar de ensueño, un remanso de paz para el espíritu. Ahora, mientras lo estoy recordando, puedo sentir de nuevo la refrescante atmósfera de sus umbrosas avenidas, aspirar la fragancia de sus mil arbustos y estremecerme de deleite cuando la profunda y hueca voz de la campana de la iglesia se deja oír, quebrando hora tras hora con bronco y repentino tañido el silencio de la oscura atmósfera en la que se sumerge, dormido, el calado campanario gótico.»

E. A. P.

La comedia

La comedia

El origen del termino comedia se encuentra en Aristóteles, quien en su Arte Poética la define como «la imitación de hombres de calidad inferior». De manera más general, la comedia es un género teatral que, en principio, se caracteriza por desarrollar conflictos que se resuelven de manera conciliatoria. Su intriga, es de carácter cómico y esa comicidad es generada por distintos procedimientos, tales como chiste verbal y el malentendido, entre otros.

Su historia

Llamamos comedia antigua, la que se representaba en la escena ateniense del siglo V en unión de la tragedia y el drama satíritico. Toda comedia se abre con una situación  angustiosa en que está inmerso un coro o que repercute en un coro. Por ejemplo Cleón domina tiránicamente Atenas y el coro de caballeros intenta derrocarle, para lo cual cuenta con la ayuda del héroe, el Morcillero (Los caballeros).

Los poetas cómicos eran distintos de los trágicos; parece que a la trilogía trágica y el drama satírico seguían una comedia. Habría, pues, tres en cada fiesta, una detrás de las obras de cada trágico; y a una de las tres se le concedía el premio. La comedia, mucho más radicalmente que el drama satírico, constituye una inversión del ambiente espiritual de la tragedia, pese a todos los rasgos comunes.

La acción está situada en el presente. Personajes creados por la imaginación del poeta, más otros históricos, otros vivos (en Aristófanes a parecen Eurípides, Sócrates y otros) y dioses diversos, intervienen, dentro del esquema general del triunfo del héroe sobre una situación opresiva. Pero sobre todo la caída del antihéroe y de la situación que representa, es motivo de risa y burla, no de dolor. En la comedia se encuentran junto a la fantasía desenfrenada, el chiste, la broma, la obscenidad, el insulto grosero; cosas absolutamente prohibidas en la tragedia. Convive todo esto con el realismo de situaciones, acciones y palabras. La acción es deshilvanada, se busca incluso la incoherencia. La inverosimilitud que utiliza el héroe para triunfar es un nuevo motivo de risas. En suma, en la comedia antigua elementos propios de la comedia y aquellos que se pueden llamar de Ballet, de revista, de bufonada carnavalesca. A veces se rompe incluso la ilusión dramática y el actor se dirige al maquinista o al corego, haciendo reír así al público.

A partir del Renacimiento la comedia comienza a desplazarse, de la imitación de acciones vulgares como lo señala Aristóteles en La poética, al tratamiento de conflictos que muestran espacios sociales y culturales: así pasa a una nueva «imitación activa» que muestra la diversidad del  mundo. 

Los comediantes

Además del caracter conciliatorio y el predominio de lo cómico la comedia presenta un tratamiento de lo público y lo privado.  Hay dos períodos en la comedia griega: en el primero, reina la democracia, y, por tanto, el autor de comedias puede ejercitarse en la sátira política. A esto se llama comedia antigua y su representante principal es Aristófanes. De Aristófanes, que vivió en la Atenas del siglo V a. C., no nos quedan más que once comedias. En ellas utiliza todos los elementos del teatro con un sentido humorístico: los coros aparecían vestidos de modo extraño y abundaban los chistes —no siempre correctos—; pero, en medio de su comicidad, Aristófanes se propone llevar sus ideas al espectador: esas ideas son el amor, la paz (Las Acarneos, La Paz), el odio a la demagogia (Los Caballeros) y a la filosofía de los sofistas (Las Nubes).

En el segundo período —llamado de la Comedia Nueva— la sátira personal está prohibida: entonces la comedia se dedica a la sátira social o de las costumbres. El representante de esta comedia nueva es Menandro. En su obra El Arbitraje satiriza la manía de litigar.

Los temas y los personajes

Toda comedia se abre con una situación  angustiosa en que está inmerso un coro o que repercute en un coro. Por ejemplo Cleón domina tiránicamente Atenas y el coro de caballeros intenta derrocarle, para lo cual cuenta con la ayuda del héroe, el Morcillero (Los caballeros). El esquema no falla nunca: ni deja de darse nunca el triunfo del héroe, su boda o éxito sexual, todos o algunos de ellos, no faltan nunca al final de la comedia. El personaje, el héroe cómico está emparentado los héroes de  los cuentos. Es aparentemente débil y cobarde frente a los terribles personajes contra los que debe combatir: demagogos como Cleón y otros, generales belicistas como Lámaco, poetas astutos y depravados como Eurípides. Pero siempre triunfa, utilizando todo tipo de tramas inverosímiles y de recursos mágicos y fantásticos.

 

 

La trama fantástica contiene una parte crítica: las incoherencias de la sociedad y de la vida humana en general hacen reír. El público no participa en el dolor del antihéroe vencido, mientras que sí participa en  el del héroe trágico, incluso cuando su caída era necesaria para la salud de la ciudad. El tema del mundo al revés, el del imposible vencido, son temas cómicos de origen de risa; esta risa no es frívola ni intrascendente. Está en relación  con la crítica de la incoherencia del mundo, como una búsqueda de situaciones de justicia y paz. El poeta cómico es, también el “sabio”, habla de su “justicia”, es maestro de la ciudad.

Uno de los tópicos más recurrentes es el elemento sexual, que frecuentemente suministra, como hemos dicho el desenlace y aun el tema todo de la comedia, pero que además está difuso en toda ella. Incluso fuera de propósito las alusiones y chistes sexuales están muy presentes en la comedia. Los actores llevan en ocasiones falos artificiales, a los cuales se alude, y se hace referencia explícita a los órganos sexuales de personajes femeninos como el flautista de Las avispas o la fiesta de La paz.

Otro elemento es la injuria, ataque, insulto. Está también en el centro de la comedia que siempre hay un ataque contra alguien. Aparte del ataque entre los personajes también los hay contra atenienses vivos, quizás presentes en el teatro. Otras veces se manifiesta la parodia. Una cita textual, puesta en un personaje de un sentido completamente diferente, hace reír. Otras la cita es retorcida cómicamente. Siempre hay que estar atentos al momento donde confluyen  el lenguaje solemne y el paródico, el realista y el plenamente vulgar. Hay, por otra parte, parodia de los dioses, los mitos y de los ritos: todo ello es consustancial con la comedia.

El tema de la comida, ya unido a una escena de sacrificio que sigue al triunfo del héroe cómico. Abundancia de comida y bebida y disfrute erótico son parte del final feliz de la comedia. Constantemente, el poeta hace reír a costa de la glotonería de ciertos personajes o, al contrario, de su hambre e indigencia: ya con pequeñas escenas, ya con alusiones aisladas.

Las escenas y la organización

La organización de la comedia se basa en la utilización de escenas-tipo tradicionales: el poeta tiene libertad para organizarlas libremente. Sobre la base de esquemas tradicionales, los poetas crean cada vez algo nuevo.

El núcleo de la comedia está constituido por dos tipos de escenas de coro o de coro y actores: la serie formada por la párados o “entrada del coro”, por los agones o certámenes, otras acciones rituales y el éxodo o desfile final; y la consistente en la parábasis, donde el coro habla como un grupo de atenienses a otros que son el público, comentando sobre la obra y sobre asuntos de actualidad: la ruptura de la ilusión escénica. A este núcleo hay que añadir, fundamentalmente, el prólogo y los episodios en que, entre coral y coral, dialogan los personajes.

Escenas  con coro como los agones, los himnos y oraciones, los cortejos de boda, la parábasis, son evidentemente derivaciones de acciones rituales de los coros que participaban en las fiestas enfrentándose, propiciando y llamando a los dioses, haciendo sátira y mofa del público, interviniendo en celebraciones eróticas o funerarias.

El origen

La comedia se constituyó oficialmente formando parte del culto dionisiaco del estado, el en año 486-85 a.C., mientras que la tragedia es de fecha anterior, del 535-34. La comedia tiene puntos comunes con la tragedia y el drama satírico como dijimos, pero renuncia casi siempre al  mito heroico e insiste en lo fantástico, paródico, obsceno, etc. A partir de elementos festivos de la danza, mímesis y cantos dejados de lado por los creadores de la tragedia.

Por todo lo dicho podemos concluir es un género mixto de comedia, carnaval, Ballet, revista: de rituales prehistóricos y pensamiento refinado. Pero es un género perfectamente “serio” e importante en el fondo, no frívolo ni despreciable.

 

 

 

 

Ferréz

Ferréz

El Marginal

Reiginaldo Ferreira da Silva es el nombre que figura en el Registro General de Ferréz, Nació en la Favela de Valo Velho en las afueras del sur de São Paulo en 1975. Creció y vive actualmente en Capaõ Redondo un barrio de la periferia, uno de los que tiene mayor índice de violencia, tráfico de drogas y criminalidad de San Pablo. Es un autor de la periferia de Brasil o como se autodenominó, un autor de Literatura Marginal. También es Rapero, Youtuber, productor discográfico Disc-jokey y crítico cultural.

Antes de que lo conozcamos por sus libros se dedicó a diversas actividades y oficios. Fue vendedor de escobas, creador de una marca de ropa que busca estar al alcance de la gente de las barriadas y favelas, y que a la vez sea una elección digna en su vestuario. Una marca hecha en el barrio para el barrio. Es un emprendedor, activo en su canal de Youtuve, amante del hiop hop del cual adoptó una estética y mucho que podemos encontrar en su literatura.

La obra

Su ópera prima es  Fortaleza da Desilusão un libro de poemas y fue publicado en 1997 con el apoyo financiero del que entonces era su empleador. Su primera novela es  Capão Pecado de 1999. Su tercer libro es Manual Practico do ódio, del 2003. Es el primero que se publica en argentina en el 2011 por editorial Corregidor. Más tarde se reeditó en el 2017 acompañado por una antología de textos críticos que estudian su presencia en la literatura latinoamericana y la particularidad del movimiento de Literatura Marginal donde el autor es un referente y creador de un estilo al mismo tiempo. Más tarde se tradujeron y publicaron, Dios se fue a almorzar (2012) y  Nadie es inocente en San Pablo (2016).

En el 2001 la revista Caros Amigos lo convocó como autor y antólogo para que confeccione un número especial, que él llamó, Literatura Marginal. El éxito fue tan contundente que derivó en dos números más, y bajo esta denominación reunió a decenas de autores que pertenecían a la periferia, que expresaban la periferia y que hablaban para la periferia. Ferréz advierte que este corpus de autores y obras, comienza a configurar un contra-canon; y a partir de entonces se define una lengua, un modo de contar unos hechos y sobre todo un lector de la periferia profunda de un país periférico. Lo que no era más que un título para la tirada de una revista se convirtió en el nombre de un movimiento. Hasta entonces la palabra “marginal” se había usado despectivamente; Ferréz se montó en el proyecto de resignificar el término,  y escribir con una intencionalidad y una fuerza insoslayable,  para la periferia pero también convida a las elites culturales blancas de clase media, y les desea, “Boa leitura, e muita paz se você merecê-la, se não bem vindo a guerra.”

Literatura Marginal

Ferréz reivindica el margen y plantea que en el odio que se amasa en la periferia es posible ver un rasgo de dignidad que emerge de un pueblo postergado desde la conquista.  No es la propuesta del cronista, que mira a veces distante aunque esté en el lugar de los hechos; lo que Ferréz hace es pura literatura narrando cómo son las cosas en el morro, construyendo la otredad desde la periferia. Ricardo Piglia dijo, hace tiempo, que la clase letrada, la élite cultural del Río de la Plata en el siglo XIX, se narraba a sí misma a través de la autobiografía y que habían encontrado en la ficción la posibilidad de narrar la otredad (Piglia, 1993: 9). Ferréz da otra vuelta de tuerca y encuentra en la ficción una forma para contar su otredad, la del negro, el esclavo, el indio;  distanciándose de la clase media blanca o del sistema, que no lo registra, no lo lee: “‘Querido sistema’ você pode não leer, mas tudo bem, pelo menos viu a capa.”. La quebrada, el morro, la favela, el margen, la periferia, etc. son algunas de las palabras con las que Ferréz construye su poética del espacio marginal: con un sistema de creencias, una lengua, una música, unos sueños, unas fantasías y la ausencia de derechos, negados, desde el fondo de la historia. La enunciación se hace desde el lugar que el autor conoce, su vida en las calles de la periferia se cuela en el relato.

Hay un ejercicio de la mirada que nos muestra que todos pueden contar algo, todos tienen sus miserias, y que su condición de víctimas de un sistema no los dota de ninguna virtud, son moralmente complejos y cuestionables, son el resentimiento y el odio también. Cada uno de estos detalles, las palabras,  las vidas y lugares, forman un mosaico que Ferréz compone y una vez que conectamos con su aura ya no volvemos a ser los mismos lectores.

El proyecto royecto literario de Ferréz es mucho más que eso, encarna una postura política con la que construye su lenguaje poético buscando no solo visibilizar sino que cambie algo de todo aquello que puebla sus páginas. Las grandes editoriales brasileñas no están interesadas en la propuesta de Ferréz pero lejos se silenciar su voz su literatura cobra más fuerza.

 

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