Entre los indios
Entre los indios, de César Aira publicada por la editorial Mansalva en el año 2012. Si bien lo primero que nos surge...
Una serie de malos entendidos entre el padre y el escribiente del registro civil de las personas dan por resultado una confusión en torno al nombre de Felisberto: Feliciano, Felisberto, Feliciano Felix Verto… una forma no menos particular de comenzar su existencia no merecía; aunque estos errores no le trajeron pocos inconvenientes en su vida civil al escritor que hoy conocemos como Felisberto Hernández.
Nació en Atahualpa (Montevideo), el 20 de octubre de 1902. Su padre Prudencio Hernández González, de origen canario, era constructor, y se había casado con Juana Hortensia Silva, en 1900.
Tres personas pueblan predominantemente su vida infantil: la madre, la abuela y la figura de la maestra que irá cambiando a lo largo de su formación. La abuela ha sido evocada en varias de sus historias, como sus maestras o maestro de piano. Hacia 1907, fue a vivir con su familia a la casa de sus abuelos paternos, en el Cerro y allí comenzó a ir a la escuela.
A los nueve años empezó a estudiar piano, eso ocurre por el 1911, cuando comienza sus estudios de piano con Cecilia Moullie, la Celina de El Caballo perdido. A los doce ingresó a la escuela Artigas, de tercer grado. Allí el encuentro con su maestro José Pedro Bellan, influyó mucho sobre su vida artística. Con él mantuvo después una relación de la que recordará con afecto entrañable.
Si bien intenta iniciar sus estudios universitarios se vuelca por completo a la música. Su maestro será un ciego que en su recuerdos aparece como El Nene; es él quien le revela el verdadero placer de la música. De su mano, como relata en uno de sus cuentos, accede a la música como algo realmente serio, un lujo que parecía corresponderle solo a las personas inteligentes:
Una noche, invitados por las tías —las longevas— fuimos a la casa de El nene y lo sentimos tocar el piano. Para mí fue una impresión extraordinaria. Por él tuve la iniciación en la música clásica. Tocaba una sonata de Mozart. Sentí por primera vez lo serio de la música. Y el placer —tal vez con bastante vanidad de mi parte — de pensar que me vinculaba con algo de valor legítimo. Además sentía el orgullo de estar en una cosa de la vida que era de estética superior: sería un lujo Para mí entender y estar en aquello que sólo correspondía a personas inteligentes.
Pronto comenzó a tocar acompañando las proyecciones de las películas mudas. Si bien estudiaba música desde los nueve años la idea de convertirse en un concertista estaba lejos. Se comienza a ganar la vida como músico pero siempre lo amenaza una miseria vergonzosa que a duras penas mantiene a raya, como lo expresa en algún texto. También daba clases en el “Conservatorio Hernández” mientras continuaba estudiando con su maestro Clemente Colling, quien le enseñó armonía y composición.
A Clemente Colling, lo conoce por el año 1920. El camino de iniciación que había comenzado con Cecilia Moulle, continuado con el Nene, se prolonga con el músico ciego, Clemente Colling, que conoce por el año 1920 y el mundo de impresiones y recuerdos que le deja este maestro es lo que plasma en su libro, Por los tiempos de Clemente Colling.
Felisberto continua con su carrea de músico ganándose la vida, tocando en cines y cafés. Inicia un noviazgo con María Isabel Guerra y en el año 1925 se casan y se instalan en Montevideo.
Felisberto inició sus actividades literarias en 1925, el mismo año en el que se casó con María Isabel Guerra a quien le dedica, Fulano de tal, su primer libro que integra la saga Libro sin tapas. Se puede señalar que si bien su obra se nutre de múltiples referencias autobiográficas, no todas sus personas queridas aparecen en los relatos. En sus obras no aparece ni la imagen de su madre, ni la de su hermano, ni la de sus hijas, y tampoco ninguna de las otras mujeres con quienes estuvo casado o mantuvo estrechas relaciones.
Sus primeros conciertos, Mercedes 1926, y Montevideo1927 son material que rescatará de su memoria para sus relatos, la ironía y el tono burlón de su literatura se nutren de los padecimientos y las angustias de estas primeras incursiones; aunque en la evocación de estos recuerdos predomina el buen humor. Mientras Felisberto estaba en Mercedes nace su primera hija, Mabel, que el músico conocerá cuatro meses más tarde. Durante los siguientes años comienza a deteriorarse su vínculo ya que debe mantenerse en las en giras por el interior del país y el alejamiento y las dificultades económicas no ayudan a la relación. En 1929 publica una serie de relatos que bajo la denominación de Libro sin tapas de 1931: “La envenenada” uno de ellos, como se dijo más arriba, estaba dedicado a María Isabel aunque su separación es inevitable. Continúan sus giras por Buenos Aires y el resto de la Argentina, su divorcio finalmente se concreta en 1935.
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