
Entre los indios
Entre los indios, de César Aira publicada por la editorial Mansalva en el año 2012. Si bien lo primero que nos surge...
Es una de las últimas novelas de Liliana Bodoc. Fue publicada a mediados de 2017 por Editorial Norma en la colección Zona Libre. Es una novela de iniciación. El viaje de una adolescente villera de Santa Fe a Jujuy. Una historia cruda que aborda la soledad, la trata de personas, la violencia de género y el choque de culturas.
La novela tiene tres narradores, el que nos cuenta todo sobre Elisa en los capítulos que llevan su nombre. Abel Moreno un tilcareño que sentado en su silla de paja frente a su casa, es el observador que encarna lo ancestral. Con el discurso directo, es una voz que corta el relato, narra e interviene con anticipaciones que aportan misterio. Es la mirada que advierte la maldad y rompe la tela de araña que envuelve a la víctima. La tercera voz es la de Elisa que ya en el final nos narra en primera persona su historia. Liliana Bodoc nos lleva de la dura realidad villera a una peor, el submundo de la trata de personas. Lo hace sin sobresaltos ni golpes bajos; los temas se cuelan en la trama y nos interpelan.
Elisa es una adolescente inquieta, le gusta leer poesía, detesta la cumbia pero está atravesada por ella, casi concebida por la cumbia santafecina. Sus padres se conocieron y amaron con esta música de fondo. La cumbia es la música de la villa y es la banda original de sonido que la acompaña desde que tiene recuerdos. La falta de identificación con la llamada «cultura villera» hace que Elisa no encuentre un lugar de pertenencia. La soledad es despiadada con los distintos y más aun con una desclasado sin lugar y sin futuro. Asumir la clase a la que la desigualdad del sistema la ha empujado es un punto de apoyo y de partida para poder intentar salir adelante como hace el personaje de cuento Como un león de Haroldo Conti:
Todas las mañanas me despierta la sirena de la Ítalo. Ahí empieza mi día. (…) Entonces abro los ojos en la oscuridad y me digo, cuando todavía dura el sonido, «Levántate y camina como un león». No sé dónde escuché eso, porque a mí no se me hubiera ocurrido, tal vez en la tele, tal vez a un pastor de la escuela del Ejército de Salvación, pero eso es lo que me digo cada mañana y para mí tiene su sentido. «Levántate y camina como un león».
Elisa tendrá que hacer un largo recorrido para poder enfrentar la vida como una leona.
Elisa ha buscado siempre un plan de evasión que la aleje de la villa; el Hogar para huérfanos donde trabaja planchando le sirve de refugio, el chirrido cuando la plancha entra en contacto con el agua que el rociador deja en las prendas la adormece con sueños lejanos. Beatriz, una voluntaria del hogar, es una mediadora entre Elisa y el mundo que se despliega fuera de la villa, de la cumbia y la miseria. Cuando su cumpleaños de 15 está pasando sin penas ni glorias, casi no se han acordado de la fecha; es un día más pero en la cultura capitalista ese número simboliza muchas cosas. Elisa decide apurar las últimas horas de su aniversario; escapando de la amarga soledad que la invade congela ese momento para siempre y con un pretendiente distante que la acecha tiene su primera relación sexual. Conoce el sexo la noche de su cumpleaños número 15; con vermú barato y caliente a orillas de un río cercano. Allí comienza su viaje de desengaño, su fuga hacia adelante, buscando borrar su pasado, su origen.
Beatriz que hasta entonces, es la conexión con los libros, la poesía, los cuadernos y los viajes, cuando se entera que Elisa perdió su virginidad, comienza a verla con otros ojos. Las esperanzas depositadas en la sensibilidad de Elisa desaparecen por esta mácula insoportable para la pastora. Con los desaires de Beatriz el Hogar se vacía, el asedio del pretendiente la asfixia y la cumbia del barrio la aplasta. El viaje se le presenta a Elisa disfrazado con una invitación amable de la tía jujeña que parece quererla bien. En el llamado a la aventura siempre mete la cola el diablo y la heroína tiene que enfrentar los desafíos, esta vez un diablo tilcareño la espera agazapado. Los caminos son siempre inescrutables:
El viajero traza su recorrido, pero eso no es nada. Los caminos no responden a una sola voluntad. Igual que una serpiente entre muchas, cada camino se retuerce, se aparta, se apura según hagan los otros.
En Jujuy no la pasa mejor, sus tíos se creen mejores que la rama villera de la familia y no soportan su presencia. Los caminos la llevan a Tilcara donde es secuestrada por una red de trata que opera en la frontera. La soledad y el mundo de las bestias le juegan una mala pasada; después de unos días de delirios por el apunamiento y las drogas que le suministran sus captores llegan las revelaciones.
(Portada de la película Ya no estoy aqui)
Elisa los oyó y empezó a moverse, los hombros, las caderas, la pelvis, títere de una cumbia que anidaba en su infancia, moverse y cantar, como se mesen las olas del mar así se mese mi morenita, la cumbia que siempre bailaba Irene, no pierdas el ritmo, nena, marcalo con las caderas, para que ese día su hija la imitara.
Elisa siempre ha buscado su identidad por oposición con la cultura villera. Aun así esa experiencia descarnada del mundo que se vive en un asentamiento le ha forjado una coraza. Debe recurrir a su yo primitivo, su verdadera música. Hay un reconocimiento de sus palabras, de su lengua, la que la atraviesa desde siempre; allí encontrará las fuerzas para recobrar la libertad:
Una metamorfosis no es más ni menos que el nacimiento de algo preexistente, incubado. Esa noche, el Pucará estaba a punto de ser testigo de una metamorfosis en versión Marginal.
La fuga, la libertad que consiste en el regreso de la heroína transformada se traduce en una nueva voz. Esquiva de la formación escolar Elisa prefiere la de los libros que le salen al encuentro en una librería, en una especie de club de lectores que la ha aceptado. Los ecos del viaje no la dejan e invaden su discurso y la mejor manera de exorcizarse es la escritura.
«Somos seres poéticos, todos, todos nosotros. Mucho más de lo que nos imaginamos. Lo que más nos duele, lo que nos sangra, o dicho de otro modo, nuestra condición mortal, ni más ni menos, es aquello que sólo podemos expresar a través de la poesía». Liliana Bodoc
Las voces del camino la acompañan y la enfrentan al límite de sus palabras. Sus palabras tienen que romper el cerco de la cumbia para ser partes de un libro y de una escritora villera que narra sus aventuras. Al final del libro accedemos al cuaderno de Elisa: otra tipografía sobre unos renglones nos llenan de poesía y de una prosa feroz, de la literatura feroz que tiene la fuerza de lo inesperado.
La literatura de Liliana Bodoc nos inquita y nos sacude la mirada acostumbrada. En Argentina hay más de 4000 villas. Más de 800000 familias habitan en villas o asentamientos. La infancia, la adolescencia, la vida es un dolor constante y las posibilidades de superar ese entorno son ínfimas. La trata de personas en la argentina como en el mundo es una realidad insondable, las redes son parte del poder y operan a plena luz del día. La obra visibiliza estos temas y nos invita a un viaje del que no volveremos indiferentes.
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