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Por qué volvías…

Por Giuliano

1 agosto 2023
En la siguiente entrada se van a abordar algunos aspectos de la polifonía, a partir del enunciado que construye Belén López Peiró con su novela, Por qué volvías cada verano. Un entramado de voces-personajes, que muestran cómo se hace posible un abuso sexual, cómo se sostiene y por qué tiene lugar reiteradas veces, incluso después […]

En la siguiente entrada se van a abordar algunos aspectos de la polifonía, a partir del enunciado que construye Belén López Peiró con su novela, Por qué volvías cada verano. Un entramado de voces-personajes, que muestran cómo se hace posible un abuso sexual, cómo se sostiene y por qué tiene lugar reiteradas veces, incluso después de haber sido denunciado. En esta obra, la autora realiza una tarea de edición con todo el material que dispone, un montaje; una mesa de trabajo en la que se pueden ver las decisiones que ha tomado, inclusive el lugar que nos proporciona como lectores, que siempre trabajamos reponiendo el presupuesto de una voz que no se hace presente más que con nuestra operación, ya que no hay más que un personaje por apartado, sosteniendo el diálogo con un interlocutor que está fuera de campo. Por esto último y por la ruptura con la isotopía estilística a partir de las fojas de la causa policial, tiene sentido que pensemos la obra desde el análisis del discurso. Para ello seguiremos la definición que nos acerca Ducrot,

(…) el autor de un enunciado no se expresa nunca directamente, sino que pone en escena en el mismo enunciado un cierto número de personajes. El sentido del enunciado nace de la confrontación de ese diferentes sujetos: el sentido del enunciado no es más que el resultado de las diferentes voces que allí aparecen. (Ducrot, 1988: 16)

Vamos a interrogar el texto, sobre las voces que se manifiestan en el enunciado y sobre qué función cumplen esas voces en la denuncia que lleva a cabo la autora; en tanto que inscriben al “Otro” en el discurso, (Authier Revuz, 1984: 2). El texto muestra hasta qué punto en la voz de todos los personajes se filtra y opera un sistema patriarcal.

Ilustración de la novelista Belén López suplemento Ideas 06/03/22. Luiz Grañera

Estas voces-personajes, que nunca se cruzan resultan de una potente decisión de montaje, con el que se expone una de las partes, obligando al lector a reponer los sentidos elididos, pero por otra parte le permite realizar el ejercicio de confrontación del que habla Ducrot, entre los distintos personajes para captar el sentido del enunciado que se construye; por ejemplo, que el patriarcado es un sistema social construido y sostenido por todos que involucra desde los gestos micromachistas hasta el abuso ultrajante, y en la medida avanzamos en la lectura, esto se visibiliza en cada una de la voces. Por momentos, este recurso nos mostrará lo que podría entenderse como un monólogo, sostenido por un personaje, por ejemplo la esposa del abusador, que abre el relato, “Y entonces, ¿Por qué volvías cada verano? ¿Te gusta sufrir? ¿Por qué no te quedabas en tu casa? Allá en capital, cagandote de calor. Ah. No. Cierto que no podías, que no tenías a nadie que te cuide.”(Lopez Peiró, 2018: 7); y continúa, así, hasta finalizar el apartado. Pero queda más evidente el hueco de la otra voz, cuando el espacio de la página también nos ayuda a ver esos vacíos;

Nadie va a entender mejor que yo.

No, nada.

No, te dije que nada.

Dejame.

Dale, dejate de joder. Andate.

No puedo hablar, basta. No insistas. Vos sí podés. Sos joven. Yo ya tengo tres hijos.

No, no importa. No puedo. Además mi mamá está muy grave. No soportaría más dolor.

No sé de qué hablas.

Ya está, basta.

Dejalo ahí, loca. 

Se acabó (Lopez Peiró, 2018: 36)

En el primer caso debemos suponer que el diálogo se sostiene con el enunciador principal, que cada tanto emerge a lo largo de la novela, dándole cohesión al texto; y en el segundo ejemplo, igualmente, otra víctima del mismo abusador se desentiende, frente a un pedido de colaboración. 

De esta manera podemos acceder a cada uno de los personajes en la totalidad de su voz, para distinguir como veremos más adelante, tanto la heterogeneidad mostrada como la heterogeneidad constitutiva, la primera se relaciona más con las manifestaciones explícitas, localizables en fuentes de enunciación, mientras que la segunda, corresponde a una heterogeneidad que no está marcada en la superficie, pero que el Análisis del discurso puede definir formulando hipótesis sobre la constitución de una formación discursiva a través del interdiscurso (Dominique Meingueneau, 1987: 2). 

A partir de lo dicho analizaremos ahora, la ruptura de la isotopía estilística, en el sentido que lo define Ducrot, 

(…) la pertenencia de un discurso o una lengua, a un lecto, a un determinado estilo o género, es a menudo quebrada por la irrupción de fragmentos que remiten a variedades distintas. Su presencia en el mismo espacio textual genera por contraste diversos efectos de sentido y pone de manifiesto los juicios de valor asociados a las variedades en juego. (Ducrot, 1984: 121)

La obra presenta un corpus de personajes, voces, documentos y testimonios con los que construye una maquinaria narrativa, o un lenguaje para intentar dar cuenta de  un abuso en su totalidad. Pero aun en esta variopinta colección de voces, podemos apreciar como se rompe la isotopía estilística, volviéndose una dinámica. Es una experiencia literaria cercana al relato testimonial, la no ficción, y las escrituras del yo en la que Bélén López Périró, realiza un trabajo arqueológico para exponer cada palabra, cada hecho y cada una y todas las personas que forman parte consciente o inconscientemente de un abuso sexual. Construye el archivo de un abuso. Hay un abusador que está, ya atravesado por un proceso legal, y al día de la publicación se desconoce cuál pueda ser su final; pero es solo la punta del iceberg, el resto es lo que surge del trabajo polifónico que reúne  todas la voces que intervinieron, antes, durante y después del abuso, las instituciones y el poder judicial que siempre revictimiza. 

La trama se construye y reconstruye a medida que avanzamos en la lectura pero la disposición de los elemento, las particularidades de los personajes, del enunciador principal, son las que disponen, un espacio, un tiempo simultáneo y el tejido textual que produce un sentido, al que no hubiéramos llegado sin la poderosa intervención verbal y política de la autora que lleva hacia un nuevo enunciado.

El primer apartado, abre el texto con la pregunta que aparece en el título, el personaje que hace esta y otras preguntas es un ama de casa, cercana a los cincuenta años, de clase media, de un pueblo del interior, la voz de la esposa del abusador es parte de la heteroglosia constitutiva. Mientras que el siguiente apartado es claramente una forma de la heterogeneidad o alteridad mostrada, con la que se rompe la isotopía estilística, ya que no solo se incorpora el discurso judicial sino que se respeta la  fuente tipográfica del expediente,

Formula Denuncia.

Sr. Juez:

I- objeto.

Vengo por el presente a formular denuncia por la comisión de un delito de acción pública(…)

II- Denunciado. –

Sexo masculino. Ocupación: integrante del ministerio de seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Comisario, 47 años de edad, domiciliado en la calle Belgrano Nº 86 de Santa Lucía, Provincia de Buenos Aires(…)

III- Hechos. –

(…) Actualmente tengo 22 años, soy estudiante y escribo este texto para poder contar lo que viví, sufrí y padecí en mi adolescencia y poder hacer justicia. Mi tío abusó sexualmente de mí reiteradas veces desde los 13 a los 17 años.(…) (López Peiró, 2018: 8-9)

Esta inclusión de la foja del expediente, respetando inclusive su tipografía, podría pensarse dentro de los recursos del género testimonial, pero en este caso, estas pruebas no han sido ni citadas, ni puestas en una apéndice desde donde se apoya el relato principal. En este caso se trata de la denunciante, es decir la voz principal del texto que nos dará en otros espacios también su palabra, pero más adelante, otros personajes serán presentados también rompiendo la isotopía estilística, en una serie de declaraciones testimoniales expuestas de la misma manera. En esta serie de capítulos o apartados, siempre se produce la ruptura con el texto principal, a partir de la tipografía, las fórmulas de cada documento o acción legal, inclusive serán incluidas las pericias psicológicas, tanto de la víctima como las del abusador, generando una nueva ruptura, al incorporar el discurso de la medicina legal,

II) Examen Psicologico 

  • Material Administrado

*Entrevista psicodiagnóstica abierta.

*Entrevista Psicodiagnóstica semi-abierta.

*Test Guestáltico Visomotor de Bender

*HTP acromático de Buck. 

Observaciones diagnósticas

La examinada se presenta a examen en adecuadas condiciones de higiene y vestimenta. Lúcida, ubicada en tiempo y espacio. Refleja una actitud decidida y firme en relación con los hechos denunciados. (…)(López Peiró, 2018: 25-26)

A partir de la ruptura estilística, en este ejemplo, está operando el interdiscurso de la justicia, desde donde también se puede reponer la intervención de los fiscales, jueces y abogados de turno que son parte interesada, en tanto representan también, como nos muestra la autora la lengua del patriarcado. La intención de exhibir esta documentación, no tiene que ver con alcanzar un mayor verosímil en el relato de los hechos, como suele esperarse del género no ficción; en cambio, esta heterogeneidad, incluye una esfera más, mostrada con la fuente tipográfica y los tecnicismos legales, permitiéndonos observar cómo,  y por qué estos crímenes, son muy pocas veces denunciados y cual es el derrotero de la víctima.  

Por otra parte, el narrador principal, la voz que identificamos cada tanto en el texto, se va construyendo en la medida que rompe con el estilo general del Otro. Si bien se presenta en el segundo apartado que citamos, en la denuncia citada, como una palabra fosilizada en el engranaje burocrático, cuando pasa a relatar los episodios de abuso y a describir su estado de ánimo, sensaciones o padecimientos, nos encontramos con la crudeza de la lengua más llana, escatológica y directa para no revestir con metáforas o eufemismos que den lugar a interpretaciones, “El primer escalofrío lo sentí cuando puso ese gel sobre mi espalda. Me quedé inmovil. Pero después giré mi cabeza y lo vi. Su pija dura. Con una mano me tocaba el culo y con otra se hacía una paja, despacio, no acababa nunca. (López peiró, 2018: 10); o cuando pasa a una segunda persona, se desdobla tal vez en todas las víctimas:

Seguro que nunca pudiste jugar a las escondidas, mucho menos tener amigos varones. Uy, ahora que lo pienso, seguro que tampoco podés cojer. Porque cada vez que un hombre te mira agachás la cabeza. (…) Porque cada vez que te tocan el culo o te acarician las tetas vos no querés chupársela, ni tampoco hacerle una paja(…) Vas a ser frígida por el resto de tu vida. y eso lo tenés claro. Seguro ves a tus amigas, esas putas divinas, y te encantaría ser como ellas. (…) Nunca vas a ser como ellas. porque cada vez que te ponés un short te pasás horas frente al espejo pensando que otros tipos podrían mirarte. Y ese deseo es el que te aterra, y esas piernas que fueron manoseadas ya no te pertenecen. piernas de pendeja, de pendeja bien yegua, de yegua castrada. (López Peiró, 2018: 13)

También en otro apartado, cuando reflexiona sobre las víctimas, “llamarlas víctimas es volver a garcharlas otra vez” (López Peiró, 2018: 91); o cuando define al abusador y su crimen: “También te trata como un objeto, como una porquería que come de día y caga de noche(…) Te hace sentir la peor lacra. Te convence de que es tu culpa,

ue merecés lo que te pasa por puta(…) (López Peiró, 2018: 93). En estos casos citados, hay una ruptura de la isotopía estilística muy marcada, si cotejamos esta voz con el resto de las voces o inclusive otros pasajes del mismo enunciador. Pero no aparece señalado, y podemos entenderlo como parte de la heterogeneidad constitutiva, ya que se trata de un registro de una joven de 22 años que desde las entrañas del abuso contrapone su voz a la de los demás, que aun implicados en un delito aberrante de abuso infantil, mantiene una correción política en sus expresiones; en cambio para la narradora, ya no hay un tabú en este punto, se han corrido los velos de la peor forma y dentro de lo que se supone, un relato del yo, de una denuncia, expone a la vez que se diferencia de los otros. Este contraste que genera el discurso de la víctima  o del narrador principal del texto, es bien notable, y entendemos que tiene que ver más con la búsqueda de una lengua que esté a la altura de transmitir y visibilizar lo que se denuncia y no una forma de caracterizar al personajes a partir del cronolecto y sociolecto.

Año 2017: en una marcha de #NiUnaMenos, López Peiró en el centro, Marta Dillon a la izq., y Verónica Lorca a la Der.

En conclusión, estas operaciones que hemos señalado, la de presentar las voces siempre sin sus interlocutores y principalmente en la ruptura de la isotopía estilística, presentando los interdiscursos de la justicia y el estilo escatológico y truculento del narrador principal, radica la fuerza polifónica del texto. Por otra parte, esta forma de construir una voz narrativa principal, con tanta contundencia en el decir, rompe, no solo con la monotonía de los que no pueden ni siquiera poner en palabras, la oblicua complicidad con la que han permitido o negado el abuso, sino también con los que tampoco encuentran el tono, ni las palabras para expresar sus abusos. Enriqueciendo mucho más la heteroglosia de la heterogeneidad constitutiva. 

En muchas obras de periodismo narrativo, crónicas extensas o no ficción podemos encontrarnos con montajes de material, siempre con la intención de contar de la forma más acabada posible una versión de los hechos; pero en este caso hay una arqueología llevada a cabo con todas las posibilidades del enunciado. La inclusión del material legal que pertenece a la causa, reafirma volviéndose una heterogeneidad mostrada, lo que también se presenta como una heterogeneidad constitutiva. Entonces, podemos ver como las voces de la justicia, la medicina, del entorno familiar, social, y la propia víctima son convocadas para construir un enunciado, que aporta una nueva claridad para ver las miserias del patriarcado; y para que una vez presentada la composición en la mesa de montaje, afrontemos la línea del apartado final, “ Y, decime, ¿Qué se siente ser abusada?” (López Peiró, 2018: 124).

Bibliografía

  • Authier- Revuz, Jacqueline. «Hétérogénéité(s) énonciative(s)», Langages N 73. 1984
  • Di Stefano, Mariana. Pereira, Cecilia. Interacción de voces: polifonía y heterogeneidades (Materiales didácticos, 2015).
  • Ducrot, Oswald. Polifonía y argumentación. Texas. Universidad del Valle, 1988.
  • Ducrot, Osvald. El decir y lo dicho .Tercera parte. Buenos Aires. Edicial, 1994.
  • López Peiró, Belén. Por qué volvías cada verano. Buenos Aires. Madreselva, 2018.
  • Maingueneau, Dominique. Nuevas tendencias en análisis del discurso. París. Hachette, 1987.

 

Giuliano

Profesor de literatura. Diseño y coordinación de los contenidos de la web.

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